Autor: Gregorio Baremblitt
En su encantador y anticipatorio libro “Enfermedad mental y Personalidad” (Ed. Paidos. Buenos Aires. 1961), uno de los primeros que escribió, Michel Foucault incluye un enunciado de aparente simplicidad y agudo sentido: – “La enfermedad (mental o la locura), {el agregado entre paréntesis es nuestro}, no tiene realidad ni valor de enfermedad mas que en una cultura que la reconoce como tal”-
En otras palabras: no existe locura si no es para un colectivo subjetivo que asi la define y la trata.
Esa sentencia, a nuestro entender, es una de esas que requiere varios volúmenes para comentarla, y aún así no se estará seguro de agotar sus prncipales implicancias.
En éste breve escrito, no pretendemos encarar esa tarea con la seriedad que exige y de hecho se atribuye un texto que lo intenta. Por eso ya desde el título, queda el lector advertido de que lo que puede esperar de la lectura de éstas divagaciones.
Comencemos por afirmar lo que para nosotros es lo más difícil e improbable, es decir, por lo obvio.
Parafraseando a toda una tendencia filosófica, digamos que más allá y mas acá de todo lo que las ontologías incluyen, “existe más bien algo que nada”, con la salvedad de que, el algo que nos importa, no es trascendente sino inmanente. En cierta manera, con un aroma aristotélico, nosotros le llamamos Realidad a todo lo que es y existe según los criterios predominantes antiguos, clásicos y modernos, entretanto llamamos Realteridad a ese infinito mas bien algo, que es por “naturaleza” imperceptible ( si no se desarrollla una sensibilidad intuitiva (a la Bergson) que permita experimentarla,…que es inombrable (a no ser que se inventen los semantemas “anexactos pero rigurosos”) que lo significan,… que no actúan, a no ser que se armen los dispositivos abstractos y concretos, animando los cuales se efectuará. Alguna “correlación” digamos, bizarra, vincula cada realteridad a cada entidad de la realidad, y cabe sospechar que , asi como existen totalizaciones parciales e la realidad las hay también de la realteridad. Para quien se ha interesado por el problema que el Esquizoanálisis de Deleuze y Guattari se plantean con respecto a si hay muchos o un solo Cuerpo sin Órganos, ésta cuestion no es novedosa.
A esa fabulosa realteridad, si le atribuímos alguna discernibilidad en lo que a su participación en la producción de subjetividad y de subjetivación se refiere, se le ha adjudicado un pivot,como todos, no inocente. Por decirlo con permiso de Heidegger: se trata de la Cosa, componente ya triunfalmente no metafísico, fundante de cierta lectura de cierta antropogénesis. La Cosa, (filosofema, entelequia, hipostasia?), que retomada por el Psicoanálisis estructuralistoide, circunscribe un Vacío que las diversas series de significancia y sus discursos manifiestos, se empeñan en eludir, ocultar, pseudo colmar etc. Para tratar de lograrlo, los sujetos de los discursos filosofícos, cientificos, artísticos, políticos etc despliegan sus respectivas estrategias con una tesitura similar a la prescripta por el proverbio cínico “Peca, peca, que siempre algo queda”. Aunque como con todos los adivinemas lacanianos, sea difícil establecer para la Cosa equivalencias plausibles con el resto del surforama de la Obra del taumaturgo francés: ( Pej.que tiene que ver la Cosa con la Pusión de Muerte, con el principio de Inercia, con nuestro destino mortal, con el abismo entre Naturaleza y Cultura, con el Orden y con el Registro de lo Real, con la Ausencia, con lo Irrepresentable, con la Castración etc.) los cierto parece ser que la Cosa tiene, por lo menos, dos escandalosos y confesados affaires: con el Vacío y con la Nada, propios de su vocación de recipiente de la sopa de letras significante.
Para nosotros, desde luego, tal connubio es inaceptable.
La Cosa, si hemos decidido usarla para teorizar la subjetividad alienada patrón, que es la que nos acosa desde nuestro foro íntimo y desde los foros mundanos, en realidad contorna un infinito de Algos virtuales discursivos y no discursivos de los que tampoco sabemos mucho.
Pero la Razón de nuestros saberes (incluídas las Razones, “i”, “a”, “des”, doctrinas irracionalistas, arracionalistas, desrracionales etc) pero especialmente las meta-racionales, por ejemplo la del Saber acerca del Inconciente, o las del saber que se evidencia a través de los discursos que ,“humildemente”, prestan los enunciados de su je y de su moi a la Verdad para que “hable”). Muchas de esas chácharas no tienen exactamente un horror al vacío, como la Naturaleza, que se obstina en llenarlo, apenas sufren de pánico a lo Virtual, desconocido-inominado. Por eso lo llaman Vacío y lo sitúan en el meollo sincrónico del Nada alrededor del cual los diferentes discursos supuestamente danzarían sus coreografías ignorantes. Entretanto, solo el galimatías del Existencialismo supuestamente post-metafísico y el del Psicoanálisis estructuralistoide anti positivista, hacen su fiesta negra constituídos como los depositarios de la semi-verdad que exime de inventar nuevos nombres asi como accesos y actualizaciones al infinito de los ignotos mas bien algo. De éstas búsquedas a veces se retorna con los trofeos del buceador de Schiller sin necesariamente haber tenido que abandonar la “rosada luz del día”. Es bueno recordar que es la luz lo que pinta aquello que consideramos realidad, ella es la directora de orquesta de los diagramas, y no un objeto pequeña a como otro cualquiera.
Los “ocólogos” se empeñan en postular la inmanencia constitutiva del noumeno a todos los fenoumenos, en especial los subjetivos, y de adorar una preontoètica que enseña a resignarse a que el noumeno como Real es Imposible porque, cada vez, A-realizado (y por lo tanto In-cognoscible e A-semiotizable) es (entre otras varias Cositas, que dicen de la Cosa) la “Epifisis” de la subjetividad para ciertos meta cartesianismos y meta kantismos neo oraculares. En fin : que sea.
Pero la atracción del Occidente Greco judeo cristiano por ciertas palabras es notable, y merece un estudio que nosotros no somos capaces de hacer. Lo cierto es que creemos de alguna importancia confesar, que cuado leímos el célebre libro de Foucault dedicado a Blanchot acerca de la idea del Fuera (“El pensamiento del Afuera) Ed P. 1988 Valencia.), nos sorprendió desagradablemente la insistencia en que el lenguaje, la lengua y el sujeto del enunciado que esta realidad incorporal (como decían los esticos) funda, se horrorizan al disolverse en al Afuera de ese sistema porque ese Afuera está compuesto por la Nada, el Vacío, el Silencio etc. Una vez más es interesante que Foucault arremeta contra la concepción del Pensamiento –Lenguaje de la Filosofía Analítica, y otras teorías estructural funcionalista, pero para hacerlo precise usar esos ideologemas cursis. Inclusive nos inquieta que Deleuze haya encontrado esa noción del Afuera compatible con los caudalosos esquizoemas que tratan sobre el tema.
Pero todo eso todavía no nos parece decidir, y mucho menos demuostrar, sino mas bien implicar, (dicho en el sentido de Lourau), que ese noumeno sea Nada y no que es la lectura de los mas bien Algos y de las invenciones de “como viajar” por esos Algos, hecho desde el sistema estructurado de la lengua y de su usuario inquilino pachorriento. En rigor, sabemos que el Afuera es mas Bien un Bien…y quien sabe… Supremo. Como se ve en muchos otros abordajes del Afuera, no se puede decir que sea el Otro Materno Imaginario, absoluta, contínua e incondicionalmente Pleno, pero tampoco su contrapartida (Real?) hecha de Nada y de Vacío. Porque tenemos que cantar a la Nada en un Registro o en una Clave (dicho en el sentido musical de esos términos) resonantes con lo Imposible y lo Inamovible, que “ siempre vuelve a su mismo lugar”? Porque estamos condenados a definir el Vacío como una traición o una trampa donde algo debería estar y está-en-falta.
Exactamente en nuestros días en los que se ha sabido que en nuestro “Vacío” está la materia negra, la antimateria, los universos paralelos, la dispersión impensable e impercetible de lo subtómico en el macrocosmos, la melodía de la Once Cuerdas que organizan la materia como Marmol de Einstein y la materia como madera , de Plank. No se trata es claro de que todo sea Vida, pero si que es todo Producción.
Se nos dirá que esos son Vacíos y Nadas que por más portentosos que sean son cosas, y aquí estamos platicando acerca de Vacios y de Nadas intralinguísticos e intrasubjetivos: de la “dignidad de la Cosa.”
Pero basta leer la teoría de la lengua como una articualción sistemática de “palabras de Orden”, para resistir al cual hay que disolverlo en un Afuera que nunca es Nada, Vacío o Muerte, a no ser en los casos infortunados, sino que es apenas el espacio y el tiempo contínuos de la torsión del sinificante en Música en Música cromática y en la transformación de sus estructuras y leyes invariantes en flujos de variación contínua.
No se disuelve la realidad de la lengua y de la subjetividad para encontrar lo que se presuponía, la Nada y el Vacío como negativos.
Se disuelve como parte de viajes hechos para cartografiar. Producto de esos viajes han sido, tal vez, portentos como lo Virtual bergsoniano, el Caosmos guattariano, la Substancia infinita de Espinoza, la Voluntad de Poder nietszchiana, sin extendernos aqui sobre la pléyade de eventos inventivo-revolucionarios que hacen que la bosta que es, por lo general, nuestra Especie Oficial, ( y su Afuera dantesco) emplee su vertiente de fertilizante heurístico.
Cabe enfatizar en que el Bien Supremo, no es ni el Sobrenatural, ni el Unico, ni el Eminente, ni el que es capaz de proporcionar un Goce que no sea la misma Cosa que la Muerte. El Esquizoanálisis llega a sostener ( algo con lo que no estamos muy seguros de concordar), que tanto el miedo al Vacío y la Nada, y el sufrimiento que ocasionan, vividos desde el Yo y la Gramática oficial periclitantes, entorpecen tanto la accesis como el placer, creemos que se refieren al placer orgásmico resistente de dejar el entediado mundo de nuestro Yo, que casi siempre es una mala compañía y de la lengua académica o de su contrapartida perversa (perversa de perversidad, no de manierismo).
Dejar que la Cosa cuide de la Cosa , ver el Vacío como el espacio en el que, a pesar de estar lleno de virtualidades que son futuros descubrimientos, es lo que nos deja lugar para que nuestra producción se expanda, ver la Nada como el modo de ser de una extrema diferencia, pueden ser parte del Bien Supremo. El Bien Supremo como el acontecimiento-devenir es decir la Individuacion por haceidad (incluyendo una subjetivación) que es capaz de dejar una relacion entre realidad y realteridad, y por lo tanto un determinado Socius revolucionariamente diferente de si mismo.
Es radiantemente claro que la Locura (como Foucaut elige decir en su Historia de la Locura) no es ni una realidad unitaria, ni una problematización univoca. Eso es cierto hasta el punto en que se podría perfectamente postular que una Sociedad es aquello que cierta locura reconoce como tal. Véase, por ejemplo, la Sociedad a la que aspira el Capitalismo Planetario en vías de integración, aquella cuya economía Política será organizada por una Mano Invisible que será tan diestra (es decir, de derecha) que conseguirá integrar hasta a la Mano Negra de la Maffia, entretanto generará un Estado tan mínimo que se limitará a ser un Estado de Ánimo, a la vez decidido a “no renunciar a su Deseo” como tan sabedor y resignado a la Cosa…que conseguirá hasta incorporar la Cosa Nostra al imperio de la Ley.
Aquello que para algunas disciplinas y también para el sentido común de nuestro mundo y nuestro tiempo es un Delirio, lo es porque no condice con diversas Razones pregnantes, especialmente con las que, disfrazadas de críticas no irracionalistas de toda Razón, fabrican una Racionalidad imperial disfrazada de extra disciplinaria que desea transformarse, de una parafernalia conceptual específica, en un Estatuto que es la Razón de todo Socius y de toda Subjetividad.
Freud nos dijo que la Religión es una Neurosis obsesiva o igualmente un Delirio Colectivo de la Humanidad. También sostuvo que jamás sería como Religión o como Concepción del Mundo que el Psicoanálisis proliferaría. Según parece, tal aserto es tan improbable como lo es el destino de Peste que el Profesor prognosticó para su invención, sea lo que fuese que entendía por Peste. El Psicoanálisis está, en todas partes, tan Dentro. Que nosotros hemos llegado a la conclusión de que es impermeable al Afuera.
Lacan critografió que la Psicosis es algo que se queda Fuera del Orden Simbólico o que ha saltado una instancia procesual y aún así se presenta como candidato a ser juzgado y admitido como sujeto en la Corte Suprema de la Metáfora Paterna, Processo Analítico mediante.
Lo cierto es que ambos, Freud y Lacan han sufrido y se han esforzado mucho, por encontrar y exhibir la manera según la cual el Psicoanálisis conseguiría sacarse del pantano del Dentro tirándose de las mismas orejas con las que escucha un supuesto Fuera.
Kafka nos pintó a todo sujeto como a alguien que está Fuera de no se sabe que legalidad y es condenado y ejecutado por una Instancia que desconoce, por una culpa de la que no tiene noticia y no sabe como asumir, debida a un delito que ignora y que parece consistir exactamente en estar Fuera debido a la voluntad de un Dentro que aprentemente debe su Poder, entre otras Cosas, a la consagración que le es impartida por un Saber que sabe acerca de lo no sabido por cada uno de todos los otros.
Los admirables y conmovedores héroes de la Antipsiquiatría de diverso cunho nos mostraron como se comienza por destruir las soluciones manicomiales, no para resolver los problemas de la Locura, sino para que la misma pueda expresarse genuinamente y podamos, junto con ella, pensar que hacer al respecto.
Blanchot y Foucault invocan un Fuera que está en lo más íntimo de todos los estratos y enunciados del Socius y de la Subjetividad, y que según las disposiciones e fuerzas de los diagramas históricos es domesticado como normalidad, visto como la locura de la subjetividad que no lo soporta o como ráfagas libertarias que barren, pasando siempre, los plantíos de rejas del Socius que no pudo contenerlo. Valientemente denuncian el biocontrol por las normas disciplinarias, y especialmente por la implantación de una vigilancia ubicua asi como en los diversos modos del encierro y de la libertad condicional, los requisitos para la moderna definicion de la Locura y de la fundación y gestión de una red que la pescará de los procelosos mares de la insociabilidad para devolverlo a la Tierra arrasada en que vivimos y en la que nuestra Libertad Mayor es la de elegir el lado y el modo de matar o de morir por idoneidad competitiva.
Deleuze y Guattari, entre sus muchas invenciones, nos dan la que sostiene que la esencia (si la hay) de cuanto insiste y existe como diferencia es el Deseo y la Producción, la Producción que funciona según infinitas y locas lógicas cuyo mínimo vislumbre puede atribuirse al Psicoanálisis. Pero el Esquizoanálisis, que en nuestra opinión es uno de los delirios más locamente poderosos y combativos de nuestro siglo, sostiene que la producción deseante es multiplicitaria, un rizoma infinito de singularidades fértiles prodigiosamente locas y que es el Socius capitalista, su Axiomática rectora y su arsenal disciplinario, lo que aliena esas locas diversidades y las degrada a dos. O la Locura adaptativa a la Axiomática, (“que el dinero produzca dinero con el menor número de mediaciones posible”) o la locura desadaptada, asisitida, marginalizada o ultimada por el Socius Imperial Mundializado.
En el mismo incipiente libro de Focault ( en el que se cita y respeta hasta a Pavlov) que citamos al principio, se recuerda como algunas tribus primitivas adoravan a sus locos y les consultaban su destino.
En muchos otros textos históricos y en el Anti Edipo es fácil encontrar como ciertos bárbaros nómades, en sus organizaciones concretas de Máquinas de Guerra, (que no tenían la guerra por finalidad activa sino defensiva) guardaban para los niños, las mujeres, los ancianos y los locos, el centro mas protegido de la geometría estratégica de su montaje “bélico” que era, al mismo tiempo, industrioso, agropecuario, convivencial, estético etc. A esos locos se los consideraba también voceros de los dioses y se escuchaba su delirio, no para tornarlos herreros, pastores, sacerdotes ni guerreros, ni sujetos asumidos de su finitud e indefensión y dependencia…sino para aprender a entender aleatoriamente instrucciones para vivir según un espléndido acaso. No apostar para ganar, sino apostar para obtener un resultado que permita seguir apostando.
¡Gloria a las locas humaredas ultracósmicas de la Producción Deseante! Defendamos a los locos, no porque son Humanos y merecen Derechos, sino porque forman parte de Mundos que jamás serán globalizados y donde no se precisa de la Justicia como una práctica y un aparato diferenciado. Se vive con justicia, o sea justamente, se vive. Nosotros, los humanos, somos, demasiado a menudo, esos personajes que Freud describió y protagonizó: “los que fracasan al triunfar”. Y lo peor de todo es que no faltan pensadores que quieren transformar esa deformidad en nuestra universal y eterno modo de ser sujetos.
*Gregorio Baremblitt es Psiquiatra, Esquizoanalista y Esquizo-dramatista.
Otimo texto